viernes, 16 de agosto de 2024

El cielo de diamante bizantino

 

El cielo del amante diamantino que tiene de cetrino el horizonte en el frío poniente de la piel que tiene de oponente de su pelo. Anhelo de los velos complicados que pintan el color de los misterios

de imperio al corazón de hacer la cama que ama porque yace y atesora como fundadora de su soledad en aquella edad soñando en los brazos Arraigo del suelo que a veces el viento se lleva el corazón de la mirada, como despejada hacer la tormenta porque lo que sienta es puro terror

que plagia al escultor en su escritura que tiene la escultura apalabrada

que todo lo forjado en fantasía le rinde la alegría de su magia

que todo ha florecido de pasión o tiene el corazón recalentado

No tiene que decir como lo siente, ni miente el movimiento de los ojos, si sabe que palabras de mentiras retiran el casual de las miradas, que se ven desnudadas por veraces, capaces de los haces de mirar la niebla de la luz de las tinieblas.

¿Qué misión mordaz no se atempera? Que fuera de mordidas para adentro

Si tiene en el ardor de los deseos si luego la razón del corazón como en la procesión de sus objetos que guarda en el sujeto la pasión en la disolución del elemento

anhelo del suceso del pasado que lo ha revindicado por quererlo hacerlo incomprendido de los brazos al trazo independiente por pedirlo medirlo en la ilusión que le renueva que llueva de una vez entre tus brazos

Que me alcances a querer como te quiero porque llevo como cuenta la razón que tengo el corazón de prisionero que muero a cada cielo de tu parte ¿Porqué amarte y que darte sin placer? Que tiene a aparecer la locución si pone la tensión sobre el oído que tiene su sonido disparado

un aliento seco de su petricor como el exterior de sus fundamentos que pone el asiento en su aliento cauce las fauces sedientas de sus sedimentos

Se tiene el derecho de querer que puede aparecer entre el misterio del frío ministerio de interior que saca al exterior su monasterio Que tiene que vivir en sustantivo que tiene en el recibo con su pena la yema de su tacto subjetivo que planta con amores de caricias

De la fría avaricia de la piel que quiere con la tuya mermelada del magma derramado en el sostén que le llega hasta cien por sus cumplidos A sima porque simia del destrozo al gozo de un preludio despiojado

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