Desde el caparazón nubloso donde se espesan
en una masa agónica que remueve los desdoblamientos.
La caricia fría del viento húmedo que despierta
abiertamente a una mañana sin corazón.
En la calle, bajo los árboles, en la clásica
asistencia que hace del dolor la parte gris de la angustia.
En una primavera comprimida cuando la certidumbre
es la opacidad de los sentimientos reunidos por el terco
impulso de la variación, como en el secuestro de las estaciones.
Disfraz de la memoria entre el trino aconsejado
de una llamada perdida de la ausencia que es la cara tapada
por la lluvia pertinaz, la sombra que es una niebla variable
que actúa en la pereza, en la composición inamovible
de la desesperación cuando el día se anuncia gris
y tras el fragmento de lo cotidiano; la memoria se viste de negro....
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