Acércate a mi cuerpo y repasemos los años de mis pieles procelosas, que te buscan curiosa en la mirada que se ve retratada entre tus brazos. Las tardes del espacio palaciego de todo lo que entrego con mis manos.
De los largos pasillos de ganchillo, de aquellos amarillos encogidos, que se ven sometidos al arrullo de todo lo que es tuyo por fluir.
Que se sienta influir por su capricho de todo lo que ha dicho por oír...
de todo lo que aborda en el dolor, como la colección de un impasible que se siente querible en su fortuna.
Y aquella caridad intuitiva de todo lo que es pena miserable.
Liba o libra de flores. Un renacimiento de su amortecer.
Festín de la culpa, del miedo de gala, regala al terror su máscara esplendorosa.
In horroris causa, el horror de muertes. Falsas petulancias, rancios argumentos, como experimento de su sustraer. En honor de causa cursa un sobre salto hacia un gran vacío... salta y di que falta, ¿no faltamos todos?
No otros, nosotros mismos con mimo a la aurora. Alguna de las dos de adiós a los días, y a la vida cama. Campa o lupanar, de campana el pecho a tu corazón. Postración furiosa, estar endemoniado de uno mismo. Arco de arquetipos, tipos influyentes al río corriente de su encasillar.
Casa que encasilla, silla que lo asienta, mientras engatilla, se escucha un disparo; de una bala libre, ¿qué calibre era? Un agujero irremediable o dos. Dos disparos a las dos campanas de la medianoche. Tiros y retiros del cadáver. Abrir a la muerte ¿quién demonios llama? Yo
Saña del cuchillo mientras puñaladas.
Hadas de la enseña de empeñar las alas, las salas de fiestas. Pop verso que bailando notas. Compotas del alma en la sal brota, rota toda vida, todavía no, mañana tampoco, tan pronto de tardes. Arder de encenderse y volver en llamas, no me llamas nada, no oigo que me quieres, alo,
No hay comentarios:
Publicar un comentario