Y peinaban canas con las ganas verdes, viejos amarillos, chiquillos de nuevo nacen al morir dicen renacer para sus tres días. Hacerse del cielo de verlo en la tierra. Le pide una hora como mucho dos y después de adiós un ahora mismo.
Ya sé que en el enojo no hay virtud, que tuve un ataúd de crecimiento, ya sé que he sido viejo en la niñez, y ahora en la vejez revivo al niño.
Ya sé que mi camino es traicionero, que quiero ser primero en el sufrir y luego recorrer en agonía, y ver como crecía como el miedo, poner en el remedio lo horroroso, y hacerlo de terror en la virtud, que vuelvo a recogerme con mis medios, en miedo del todo.
En la economía de mi corazón, amar o interés al amor sin ciento. Sentir capitales que por más que las señales son del cielo capital. Capitán de un plato.
Un rato de papel; de aquel desvanecerse en la palabra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario