Vestían mujeres
sus sucios harapos
en la calle siete
cerca de la cuatro ;
En la puerta vieja
la luz de un mesón
donde caballeros
se tragan el ron...
En una mesita
capciosa y oscura
una oscura dama
vigila insegura,
se frota las manos
se toca el vestido
se acaricia el pelo
mordiendo sus rizos,
sus nervios inspiran
hienas mariposas
que desde los cielos
a las tripas flotan,
la mirada cruza
se sienta y se calla
ella ve en sus ojos
batallas de cama,
con las manos frías
cogiendo las suyas
mira suplicando
diciéndole : tuya...
Empiezan tranquilos
luego están gritando
las risas que locas
cuando están llorando...
Ojo del silencio
y ya se levanta
se pone el sombrero
sin mirar se larga...
Capta el sufrimiento
oye sus gemidos
quebrado en el alma
el amor sentido...
Rota ya la vida
se pierde el lamento
algo tan querido
ahora yace muerto...
Y coge la puerta
y hace movimiento
entre mujerzuelas
que soplan al viento...
En la calle siete
en un callejón
en la tasca beben
caballeros ron...
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