Era una noche ultrajada, ya la víspera lo era, como no, en una algarabía atorada por el consumo inadecuado del sufrimiento...Y en la quietud donde rebosan las inacciones, en la perturbable inmutabilidad donde se aproximan los silencios y en el eco de la nada se desoyen los turbios asuntos sin tratar, y en trato de respeto sordo (cuando nadie dice nada) en la boca que olvida la palabra, la palabra se olvida de la boca y la consecuencia es un ahogo... En la caricia redonda donde el tiempo cesó y se reúnen las consecuencias y lo lógico es la carencia del deseo que se enfrenta al horror, que huye del síntoma predilecto del sufrimiento....
Esa noche pasó como si la nada pudiera frecuentar lo sucedido, como si bastase la secuencia para olvidar lo sucedido con odio y frecuencia, en una estancia donde hasta las sombras parecían un presagio, ocurrió y la presencia de la muerte llegó a tientas, lenta pero sin demora, a todo le llega la luz y la hora bendita eternidad sin tu ausencia, la noche maldita y otras presencias...
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