Hablaba de la piel que se trastorna, de la caricia cruel que da la forma. Hablaba de silencio de hacer mudo, decía que el desnudo es el principio. La lirica que empieza en la mirada al hecho escrutador de oír sus ojos, a la sonrisa floja de sus labios.
La voz adamantina del que raya y calla por romper que lo adivina. Amaba el detalle en la palabra la forma de emular como los sabios que dicen sin el eco transparente que sienten por pensar que se dominan
El eco embriagador de lo corriente al tiempo delirante y especial de formas de crear y ser distinto si pinto en el relato una canción que mira al corazón de lo que siente la lágrima que piensa derramada. La llamada seca por hueca no llama La grima moral del placer vertido
Hablaba de morales indecentes del ego criminal de defenderse de apego que idolatra lo que estima la veta de autoayuda o de piedad si tiene que tratar con cada monstruo. La pausa material de lo que empieza decora cada vez por ser distinta, de siempre este verso converso se calla
El tipo moral como un arquetipo también participio como ser social, no un animal que al final exhiben para inhibirlos juntos, un desmilagrado que habla de misterios de episodios falsos Solo buen oyente siente como tú... la voz del disturbio
llama a la razón; corazón te quiero por fuero latir por llanto renuevo podía un amante sentir tanto miedo, al no ser corriente su raíz enferma y el alma se planta en su muro de estrellas. Jorge Diagonal. Epístolas parlantes Un monolito que pobre y que feo, pónganle diamantes
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