De la piel que extraña, la estrella secreta, de la luz violeta que violenta abrigo, ombligo de duelo de suelo absorbido de nuevo a lo oscuro, puro y sumergido que no habrá dormido de pensar que siente un cuento emotivo, hoy vive en tu canto, y por tanto muere.
Armonio y melisma, encima el demonio, posesión supina, en el exorcismo de su propia vida.
A la vez es duro pero no se una, que la culpa basta para atar la luz, para tornarla oscura, a la jura en sombras, nombrar las tinieblas, a pesar de ellas entrar al infierno, que a la vez depura por obrar de sobra como arte inmundo. Y ver la belleza como algo enfermizo.
Creía en cruzadas de cruzar los dedos que aquellas palabras servían consuelos la gracia y conjura que sirve al ardor y el amor adora como lo que flora en el corazón. Canta que a su vez al contar merece y la historia crece siempre sin final..
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