En el bosque hay bruma, un claro de luna que brinda un espejo, y el mundo a lo lejos se acerca a la sombra, y en el cielo cobra su lado de luz, su ataúd de estrellas que las cosas bellas salen de los ojos, calibran antojos del primer amor.
Entrega a la una, que a la luna canta, que la voz es tanta, que cuenta locuras. Entre cuento y canto, conjugar el llanto, la rima, el quebranto sobre el corazón. La razón no basta para tanta locura. Hay fieras dispersas, y bestias de feria, hay alegre muerte de lo que despierta.
Fiera o presa, a la vez promesa de desgarro interno, infierno en el cielo, como un escalpelo sobre la garganta.
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