sábado, 19 de julio de 2025

 

Antes de los vetos, hambres del delirio
de sangre y secretos, objetos perdidos.
Los libros selectos de hechizos a tomos,
de soldados cromos en guerras de broma
por todo un querer, suceder aterra.
Enterrado siga, la espiga y la tierra.
Aterra dos.

En un cuarto acogedor
o en un sótano encerrado,
el delirio se hace miedo
natural y endemoniado.
Tierna vocecita de inocente escucha,
que fragua la lucha que el placer silencia.
Un rato no es pena, ni a la luz serena
se nos cuela un cuento. Cruenta agonía.

Mercader de sombras, ritos palaciegos, juegos de artimañas, alimañas nuevas, mito de arrebato de sangre y secretos. Y objetos de acero que tajan la carne. Que afilado corta, a la noche aorta con dos mil puñales.

La presencia vana, posesión selecta, la fiesta y la cara de cambiar de jeta. Los pastos corintios del cielo indistinto de la luz cabal, casual como rito a luz extirpa y en la piel ataja que raja y destroza, sangre y hueso, el peso del pelo, a la piel de alambre.

Afilado corta en la noche aorta rota por puñales. Canto del cuchillo. Collares de sangre.
Escape del miedo en mitad del bosque.
A la luz de luna sobre una cabaña
el río lo baña una pronta bruma,
y la voz es duna, todo es casto y frío
como el desafío de alguna locura.
La cura de espanto retomando temo.
Exorcismo interno para aflorar demonios.

Este poso muere, para qué me quieres si no me respetas, si objetas mis temas y haces las maletas para no marcharte. Y salgo a buscarte y sé que no estás. Te quedaste en casa, yo me fui a la vida. Enterrado en piedra. Hiedra venenosa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

  Parda fue la lengua a la par que sucia, que tierna su astucia como la desea. En sus labios crea un millón de besos, pesos de la mira que r...