sábado, 5 de julio de 2025

 

La grima y la flecha,
al corazón de la sospecha
que clama quimeras
que esmeralda en cama
es arcana joya de escama
de guerra de tierra de piel
al infiel en carne su parte
de huesos con sesos y labios
a la piedra en celo al cielo pecado
a sexo sesgado desgramado en boca.

Entrega en la dicha
lo que atraiga el suelo
su duelo rasgado
entregado en nicho
capricho o afecto
o aspecto de humano
que viste en lo arcano
la piel del demonio.
Lo mismo es mantel
o habitante en carne.
El ente elegante, un elefante de salón
y hormigón armado para su fortuna.

Duelos y asechanzas, de danzas disientas,
sentir en las piernas que viene a latir,
a exigir en tiernas, solo estremecerse,
mecer recorrido recogido en bello,
sello de los labios de caldos de voz
del eco dejado majado al sabor.
Escultor de peso, escanció su piel
la puso de hiedra. La raíz herida.

Entrega en la dicha
lo que atraiga el suelo
su duelo rasgado
entregado en nicho
capricho o afecto
o aspecto de humano
que viste en lo arcano
la piel del demonio.
Lo mismo es mantel
o habitante en carne.
El ente elegante, un elefante de salón
y hormigón armado para su fortuna.

Y otra vez la piedra se recarga en versos.
Que la luz no piensa para lo que sea.
En el canto hay bruma y luna lejana,
y figuras turbias bajo la ventana,
al almiar la mira que al mirar lo ama,
lo hacen en la cama como magra gema.
De crema de joya. Hojas enfermas
mirando los ojos.

Allá donde brilla una maravilla que acá se nos abra,
y aparca la luz en forma y virtud de enterrar la honra.
Ente que lo fuera de gente que no.


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