jueves, 16 de septiembre de 2021

Escena de caza (perdida)

 

 La espera tranquilo, la espera esperada
con el brillo ausente del que mira siempre,
ojos para adentro.
El trino callado que es canto de auxilio
de volar perdido buscando su nido
en árboles precarios.
La tarde se cierra como herida santa,
las nubes se encienden parece que entienden
su soñar nublado.
Y en quieto delirio se espesa su espera
entre las fronteras de encontrado exilio.
Su mirada loca va de boca en boca,
conoce los labios, va de frente en frente,
la mirada entiende su tiempo perdido,
va de cuerpo a cuerpo, de silueta adusta
que nunca se ajusta al cuerpo querido.
El canto de auxilio, canto liberado
del que ya ha encontrado su sitio en su nido.
La espera tranquila se tuerce a su lado
y entre la espesura, la mirada dura,
se ajusta temblando, la noche es de dedos
que han estrangulado la tarde sin manos.
El que ya no espera, fiel desesperado,
el que en participio da vuelta al principio
de un presente usado.
Envuelto de negro de siluetas grises,
va contando afrentas que son las colmenas
de la miel de pena que no encuentra flores.
Y entre los silencios que ya están contados,
un ojo avizor párpado de caza va trazando
un mapa de líneas opacas de zonas de guerra.
Y en tercio de noche, en el recorrido,
con pico torcido vuela al domicilio
del canto dormido del que ya ha asumido;
su condición de cena.

La espera tranquilo, la espera esperada
con el brillo ausente del que mira siempre,
ojos para adentro.
El trino callado que es canto de auxilio
de volar perdido  buscando su nido
en árboles precarios.
La tarde se cierra como herida santa,
las nubes se encienden parece que entienden
su soñar nublado.
Y en quieto delirio se espesa su espera
entre las fronteras de encontrado exilio.
Su mirada loca va de boca en boca,
conoce los labios, va de frente en frente,
la mirada entiende su tiempo perdido,
va de cuerpo a cuerpo, de silueta adusta
que nunca se ajusta al cuerpo querido.
El canto de auxilio, canto liberado
del que ya ha encontrado su sitio en su nido.
La espera tranquila se tuerce a su lado
y entre la espesura, la mirada dura,
se ajusta temblando, la noche es de dedos
que han estrangulado la tarde sin manos.
El que ya no espera, fiel desesperado,
el que en participio da vuelta al principio
de un presente usado.
Envuelto de negro de siluetas grises,
va contando afrentas que son las colmenas
de la miel de pena que no encuentra flores.
Y entre los silencios que ya están contados,
un ojo avizor párpado de caza va trazando
un mapa de líneas opacas de zonas de guerra.
Y en tercio de noche, en el recorrido,
con pico torcido vuela al domicilio
del canto dormido del que ya ha asumido;
 su condición de cena.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

  Sueña en el peligro, abrigo y desnudo,  a la vez ayuda a eludir la ropa.  En la piel desnuda el hueso hace carpa, a la luz despierta solo ...