Témpera cruel temperamento, de aquel acercamiento hacia al abismo, a salvo de uno mismo y su vacío. Como ese desafío atemperado. De todo lo guardado por mostrar. Saber que va callar al nuevo horror, que va acallar sobre gritarlo, y luego remandarlo como ofensa.
Que venga de castrar su desafío, el río de latir intemperancias, fragancias de ese cuerpo al recorrer que viene de exhudar cada caricia.
Como si la delicia le amanera si fuera la manera de su ser, que viene a establecer que se complica e implica remirar el corazón. A vez que la razón le diga adversa. Reverso de su doble parecer que no tiene lugar en esa cara. La sombra de su rostro le atolondra. Canta
la vez que la sazón le diga piensa y sienta el corazón a destruir.
Que venga a reprimir sus contenidos, como nidos huérfanos, de ser reprendidos, en lo sometido de su gravedad, a la edad grabada de una grapadora, que atesora capas. Como un clip, que moderno mojas, tus hojas, tus ojos mecanografiados, un parpadeo sí
y dos tampoco, tan poco me importas.
Impronta robada, la casa vacía, de alquiler fantasma, plasma para cata, catarata y asma, plasma por pastosa.
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