Si yo pudiera verte sin creer que alguna vez pudiera hacerte cuerpo, que sienta que despierta de la cama, e inflama en el colchón cada momento como en el movimiento del amor.
De aquellos arrebatos suculentos del lento rellenar que se desborda de todo lo que es obra de los gozos de aquellos otros pozos primerizos.
De ver como el milagro no remilga que viva del placer de sus antojos que pongan en los ojos mis remedios del miedo de perderse la palabra que le abra tentaciones al poeta que ve que la rabieta no le alivia que solo pone tibia la esperanza
que ve que la templanza le amanece como si fuera viento a suceder que viene a recaer en sus tormentas.
Antes del antojo en el primer ojo de la envidia. Miras, no me ves, remirada y ciega. Mil milagros en un segundo y el mundo creyera. La fe era de magia.
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