Se abrió en la vereda, una cueva, un gusto, de aquel pacto oscuro que en caricias lluevan. Con el tacto puro de la piel de impactos al tenor oscuro le juró su canto, alientos o besos o pesos cegados de hacer a las manos y emanar del pecho, vernos enredados.
No habrá una crisálida que se abra a la mañana sobre las tinieblas, tiemblas no lo creo, nos veo enredados. Un juego de dados que hacían los dedos. El primer impacto que aturdió la vista. Lo que ama la oruga, que madruga el alma. Cartas para un sueño, repartas tú. #VersoValhalla
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