martes, 29 de abril de 2025

 

A maldad cariño, al horror del niño
ante tanto daño, apañar la historia.
Este cuento es mío por sentirlo tanto.
A la voz primera que somera canta
cabe en su garganta la grima que espera,
lágrimas recientes pudientes de pena,
suena una navaja, la caja del pecho
a peros del verso, contexto y palabra,
a lo que se calla como se lo cuenta,
tienta del castigo que abriga el milagro,
el cargo del pelo a contra del duelo,
al suelo en la piel con pincel de yema,
con huellas de lengua de fronda la baba,
estancia en los labios de cortas distancias.
A surtir la boca y enrocar la lengua,
a saliva sabe que enclave confiesa,
que supone y pesa, todo lo que siente,
ente interesado enfrascado en eso,
el beso del sueño y en la boca empeño
para hacerte daño porque fuera dueño.
A bondad y apaño, ante todo daño antes del cariño.
La prisión de un niño,
por lo que hizo el padre
por renta de madre
sufre como esposa,
esposada y casa
y los niños lloran,
las flores del canto
el llanto que mima
que termina y tensa,
piensa que le estima,
libre absolución
de ataúdes previos.
Al doblar la luz en la cruz se clava.
Enclave de fa, de favor y gracia, de magia prescrita, tacaña en dragones, en sus corazones son poner los huevos. Los fuegos del horno en contorno en cena. La vela y la cita, aparece tarde, cuando ya se muere. Prefiere la sombra, la luz cuando tiembla. Titila y excita.
Y a la fe tacita del té del cariño, a merienda de hadas, comer sus alitas. Soldaditos y plomo como suerte en bala. La pala que baila para la bailarina, aquella melodía de la muerte. Que gira y engaña, que extraña te mira. Mira en las mareas las olas del siento.
Y recrea el cuento, canta una sirena,
va llena de pena de suerte varada.
La sopa sirena cuando sirve y llora.
Sorbos y asechanzas.
A ultranza este duelo que absuelve el peligro porque ve prodigio como un relicario de su procesión; posesión preciosa que posa en lo negro a esperar lo claro de ese vago oscuro. Absurdo y etéreo, estéreo en el loco. La toca otra vez, le parece a Sam. Un hombre piano.
Dado del dolor.
¿En qué suerte de cara te ha tocado?
Tocador de fondo de sus puros gozos.
Focos del placer, para hacer el poco, el loco lo cuida.
La rima remera de primera mengua de remar mareas.
Eras de sirenas. La pena avanzaba sostenida en red.
Como pez que fragua una carretera.

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