miércoles, 14 de mayo de 2025

 

Escarlata y rojo, al color de sangre,
de cuerpo sin carne, que resume en hueso.
Al beso cedido en lugar de espejo, a salvo
de algunos, fundar en tus labios, la razón de un beso.
El que en esto siente, asciende en el verso,
que ha puesto en la piel, con pincel de crema,
la yema y caricia que a veces destroza,
a la vez opera que espera en la voz, un asentamiento.
Encargo de estudio se fijó en sus ojos.
Marrones llorosos, posos de misterios
de brillar en fango como lodo oscuro
del primer futuro de verlo tan negro,
retorno a la luz a engendrar la sombra,
no sirve no cobra no obra ni muerde
se pierde en los versos del veto al entorno.
La cata de letra, el gusto lo nota
y cómo lo explota con sobresaliente
que sabe se siente que el amor es obra
que en caricias cobra todo su cariño.
Al abrigo vuelve que resuelve el daño
de aquellos remedios de medio y engaño,
de tristes sentidos dormidos al sueño
que un hombre pequeño le hará tanto daño
que espurio y es vano lo lleva en la mano
para su sorpresa, así lo confiesa bajo
la oración de la libre ofensa.
Y a la vez podía suceder al verso de flota pereza descansa grandeza un dios imposible que no fuera humano. Como gracia y tal de la intolerancia de fragancia rancia de lo que mancilla y aquello en la orilla que es pescado muerto.
Expansión segunda, la rotunda toma.
Y al rapto un segundo a la luz de plomo
con su trono en tinta que pinta y asienta
que lo que dibuja obra su poder con placer enfermo,
perecer eterno, lo tierno y presente que presiente
muerto, que sabe despierto al poco morir.
En tercera llama, lo vano se vuelve, y cuando no sabe, se abre y se sospecha. Al miedo que llora a lo que le aterra, a lo que se aferra con el llanto mora adora lo oscuro a lo negro implora que en la niebla viste que a los ojos cobra.
Al mirar sus ojos, al brillar centellas las vías aquellas de amar sostenía que se enrojecía ante la presencia al temblar las ganas de caer al trazo de nuevo a los brazos que van a la cama a morar los sueños a mecer espacios. Despacio a la manta, arropa la seda.
A la tersa piel que al infiel confiesa. Y en la carne pura la jura de moscas.

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