Y escucha.
A la grata espera de primeras tantas
cuando ya te partas de tanto esperar,
que al estar afuera es entierro dentro,
que aquello que siento puede estar prohibido.
Cuando todo llena la pena del trato
no solo en el trapo que a la vida vista
y en frente el artista mientras tanto mira.
Siente.
Ente de su ser parecer quisiera
si acaso sintiera ante su presencia.
Reviente la toma.
La coma en pastilla, maravilla grata,
planta adormideras para soñar agujas
y el mundo dibuja un mundo de espadas,
de hadas ociosas dadas a sus cantos
cuentas de sirena, de la pena a mar,
amar la tristeza.
Retoma que ensueña.
Y firme al placer un mundo extensible,
que un posible sueña que al amor lo ama.
Yace porque arropa que su piel es cama.
Escama del labio que prueba la pesca.
Y sueña que toma.
Al deseo advierte
que vierte perdido
dónde se ha metido
que el amor divierte.
Suerte del cariño
que a la vez que toma
al sentir lo coma
y alimente al niño.
Un guiño a lo etéreo, la radio del loco.
Tocar hemisferios por tacto a sentir.
Esgrimir milagros.
Y el verbo lo goza,
a la voz del celo,
su recelo parta,
de apartar destroza.
Cuerpo de latencia,
la decencia muda
sobre piel desnuda
como miel sincera.
Entre cuero albino
adoraban bestias
en aquellas fiestas
de su idolatría.
La belleza fría
medio sumergida
aflorar fluidos.
Aquello que mira, ahora resbala
como si la sala su sola en la puesta,
en aquellas cuestas de entregar regalos,
los malos son vetos, los nuestros siniestros
son nuestros sentidos de vestir los muertos
y pasar por vivos, pagar los recibos,
hacerse vivir lejos de la luz.
Afina memoria y filosofía
a tenue poesía que el placer recita.
A la luz que es ola y asola lo oscuro,
a su simetría, a solo es marea, que se crea mar,
por amor recrea todos los silencios.
Y el placer es pesca, de sal cada día.
Solo sal y llora y aflora la grima,
al cariño llora.
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