Perlas del enjuague, sabe como a seta, a la mar selecta que afecta en la sal, al amor que falla y es talla mortal, perlas de metralla de soltar la lengua. Solo sisa y pasa, roba nuestra prisa, a la risa resta, la voz de tristeza, ora cuando llora, mora porque espeja. Perla dos.
Perlas del preludio bajo desacuerdos. Dos hados de siesta soñaban mojados. Y al azar recoja, la moja en la grama, al azahar destroza, su zumo de mofa. Yo también fui ostra; la muestra en su cuello. Un collar de moscas.
Tiene honra y saña que el tiempo le engaña so nombre se apaña entre ruego y caña. Engaña al cañón, en la voz de ron, bajo un tono lento, le canta locuras. Lo cura de impactos, a la par destroza. Y aquello sin alma que en la carne mora.
Al tahúr la sombra que el espacio oculta, que afecta en la culpa, que en la ciencia canta, la santa opereta del hombre trompeta, sin labios aviesos y besos y notas, sin cotas y aplausos. A espacio de vetos de secretos lacios. Falacias de bruma, de espuma en la niebla.
Tiembla y lo destapa, aparta en la tumba, tantea y desata de tapa cerrada, esta estaca es tuya. Mira como funda en tu corazón, la razón no late. Debate vampiro, sin mirar la sangre.
La calma era piedra y la hiedra sesos, el beso cruzado que sabe a saliva.
Allá donde viva el tiempo presente.
Ancla de su cuello al primer mordisco, marisco en la sangre por amar arisco. Erizo en la boca.
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