Y la muerte es más fuerte que al amor que deja en lo vivo el siervo castigo de su rendición.
Y tiene su disgusto la fragancia de aquella intemperancia a desollar que quiere desflorar entre carne. Como la pulsación en una herida que vive en la latencia del gusano.
Estremece en vena, la pena venía, almiar de la mía, que yo la quería con mentiras previas.
El espacio embriaga y yaga y engendra, que el error humano al castigo es culpa, y lupa de arañas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario