Empírica del verso tumefacto
que buscará el impacto del oyente
que siente en la razón como le engañan
que entrega el corazón a su palabra.
La magia industrial del poder de cama
y lo que no ama no llama a la noche,
escucha y se tiende y el alma le entiende
y enciende a caricias de aquellas delicias
de mente enfermiza, la carta nodriza
del verbo odisea, de sea espacial
marear al mundo con fluir mareas.
Desluce y enseña que sueña en lo bello
que el sello no es tregua ni te da respiro
como en el retiro de la inspiración,
siente la emoción de encontrar un tiempo.
Y en aquel empeño para destruirlo
escribir al niño decirle al cariño
cuánto te quería que convalecía
ante tu dolor, fue el mejor amigo aquel que le dijo
que el hombre es exilio de su perdición.
Como miel y lengua depura extranjera
como si la perla fuera devolverla.
La vida sesuda, se suda de esclava,
de daga menuda que el corazón apaña.
Y va a acompañarlo para destrozarlo
va a descuartizarlo solo por favor.
Un terror de fresa de beso en la sangre.
El horror no tiembla cuando se dilata.
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