Someter lo puro al conjuro blanco, contener oscuro, lo claro y lo manso. Y le privilegia toda su aspereza, lo triste, la fuerza, la puerta al dolor, al amor dejado, al amar ajado, de aportar destrozos, trozos personales.
Pozos renombrados, dados de sus versos, al turbio consuelo de su percepción que en su posición la razón no tiembla, la vida no es tierna ni el tiempo lo eterna. Arte o escenario, la parte que crea que no se reparte.
Vaya donde vaya ensaya la hora y el tiempo que pasa como espectador adora el refugio de artificio en rama que resuelve en cama todos sus conflictos.
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